Viajar a la selva amazónica es internarse en la mayor reserva ecológica del planeta, con una abundancia inimaginable de especies vegetales y animales. Esta región de alta lluviosidad, considerada el "pulmón del mundo", está marcada por el paso del río Amazonas, el más caudaloso de todos, y sus numerosos tributarios, que en su recorrido van formando centenares de islas.
La Amazonia registra una historia de expediciones coloniales aventureras con altos costos en vidas humanas, evangelizaciones masivas y explotación de indígenas por las empresas caucheras. Hoy, desarrollada una mayor conciencia en torno al hábitat de la población nativa y a la importancia de la fauna y la flora como reservas del planeta, la región amazónica invita a sus visitantes a conocer un mundo lleno de primitivo encanto y belleza.
Estar en el Amazonas es convivir directamente con la naturaleza. Es tener la oportunidad de conocer un río cuya anchura a veces lo hace parecer un mar, de adentrarse por las quebradas y escuchar el sonido de la selva, de observar la Victoria Regia, el loto más grande del mundo, y de admirar los famosos delfines rosados que acompañan las embarcaciones fluviales. Es, en fin, dejarse subrayar por un mundo que, sin conocerlo, resulta muy difícil de imaginar.
El Amazonas que, debido a su anchura parece más mar que río; la Victoria Regía, loto más grande del mundo cuyas hojas soportan el peso de un bebé; o los delfines rosados que si no asombran por su color, lo hacen por su inteligencia, son parte del embrujo que encierra la región amazónica colombiana.
La Amazonia registra una historia de expediciones coloniales aventureras con altos costos en vidas humanas, evangelizaciones masivas y explotación de indígenas por las empresas caucheras. Hoy, desarrollada una mayor conciencia en torno al hábitat de la población nativa y a la importancia de la fauna y la flora como reservas del planeta, la región amazónica invita a sus visitantes a conocer un mundo lleno de primitivo encanto y belleza.
Estar en el Amazonas es convivir directamente con la naturaleza. Es tener la oportunidad de conocer un río cuya anchura a veces lo hace parecer un mar, de adentrarse por las quebradas y escuchar el sonido de la selva, de observar la Victoria Regia, el loto más grande del mundo, y de admirar los famosos delfines rosados que acompañan las embarcaciones fluviales. Es, en fin, dejarse subrayar por un mundo que, sin conocerlo, resulta muy difícil de imaginar.
El Amazonas que, debido a su anchura parece más mar que río; la Victoria Regía, loto más grande del mundo cuyas hojas soportan el peso de un bebé; o los delfines rosados que si no asombran por su color, lo hacen por su inteligencia, son parte del embrujo que encierra la región amazónica colombiana.